En la Comunidad Valenciana encontramos restos de
producción cerámica con los primeros asentamientos
agrícolas del Neolítico, hace más de 7.000
años. La disponibilidad de materias primas y el clima
benigno favorecen la gran producción. Vasos
cerámicos de diferentes tamaños se producen en gran
cantidad principalmente como recipientes.
Sin embargo, ya se aprecia una decoración elaborada y realizada en las piezas por medio de incisiones con conchas, huesos y los dedos. Es de destacar que en un período tan primitivo las piezas cerámicas tengan unas proporciones bellas y una decoración muy refinada. Posteriormente también se fabrican piezas cerámicas para enterramientos rituales.
Debido a la influencia de los colonizadores del mediterráneo: Fenicios, Griegos y Romanos, se desarrolla una cultura local mestiza; los Iberos, con una cerámica muy ornamentada y una iconografía propia entre los siglos VI al I a.c.
La dominación árabe introduce grandes adelantos tecnológicos con el esmalte y el lustre, y un gran refinamiento en la ornamentación.
La cerámica alcanza su esplendor en la arquitectura Mudejar de Teruel, que ha influido en grandes arquitectos como Gaudí; y la cerámica de reflejo dorado de Paterna y Manises, Siglos XIV y XV, exportada como bien lujoso a toda Europa.
Con el siglo XVIII llega la policromía y el Renacimiento desde Europa; que los artistas locales desarrollan en una visión desenfadada y popular.
Es la cerámica del Barroco Valenciano, producida en Manises y Valencia durante este siglo y el XIX, también reconocida internacionalmente.
A finales del siglo XIX se desarrolla una industria de producción de azulejos con estilo modernista.
Que a principios del XX evoluciona al art-decó.