La Colección de José Luis Lahuerta
Estracto del artículo de
Josep Pérz Camps, Director del Museo de Cerámica de Manises, publicado en el catálogo de la VII Biennal Internacional de Ceràmica. Manises

José Luis Lahuerta Palop
En 1952, después de licenciarse en Ciencias Químicas en la Universidad de Valencia, José Luis Lahuerta Palop (Manises, 1927-Valencia, 2003) instala un pequeño laboratorio para investigar y formular colorantes cerámicos en una habitación de la fábrica de loza que su padre, José Lahuerta Gallego (Manises, 1895-1961), tenía en número 37 de la calle Masía de la Cova de Manises. La delicada situación político-económica que provocó la segunda Guerra Mundial (1939-1945), el bloqueo internacional y la implantación de la autarquía en España por el régimen franquista, favorecieron de alguna manera el que en las dos décadas siguientes a la Guerra Civil (1936-1939) se crearan pequeñas empresas de todo tipo para suplir el desabastecimiento de productos de importación, como era el caso de los colorantes cerámicos de calidad; en este contexto, José Luis Lahuerta inicia la reconversión de la industria de mayólica de su padre -que era una de tantas en el congestionado panorama cerámico de Manises- para transformarla, de acuerdo con su vocación, en fábrica de colorantes, pero sin abandonar del todo la fabricación de cerámica durante los primeros años.

Efectivamente, hacia 1955 crea, junto a Miguel Hernández Cortés, el Estudio Cerámico LAHER, un proyecto de producción de cerámica extremadamente rompedor en lo formal y en lo conceptual -con respecto a la poderosa tradición local- que a la postre resulto desastroso por lo que se refiere al número de ventas, razón por la cual esta innovadora iniciativa no sobrepasó los tres años de vida. La propuesta de LAHER (Lahuerta y Hernández), definida por ellos como "cerámica artística moderna", estaba basada en una serie de objetos decorativos realizados en serie -mediante molde, por colada- ciertamente heterodoxos, aspecto que trataron de superar gracias a la cubierta empleada: un vidriado de su invención compuesto por dos esmaltes de contrastada tonalidad y diferente grado de fusión, que después de la cocción daba a las piezas un aspecto que recuerda el de los jaspes, pero sin buscar la mimesis con la piedra natural y sin renunciar a las cualidades de la materia cerámica; ya que en los vidriados cerámicos y sus múltiples efectos basaron una buena parte de la estrategia comercial de su producción, como se desprende del texto de presentación de su catálogo en el que afirmaban disponer de "variedad de esmaltes de efectos artísticos" y también que podían "servir las mismas piezas con diferentes efectos sobre pedido". Por otra parte, el hecho de que este texto de presentación esté redactado en tres idiomas (castellano, francés e inglés) indica que la empresa se fundó, a pesar de las difíciles circunstancias del momento, con una optimista vocación exportadora.

Jarrones de formas depuradas, junto a otros de funcionalidad imposible o de perfil estrambótico; esculturas y relieves, a modo de modernos bibelots zoomorfos o antropomorfos, de estilizado antinaturalismo, en las que se atisban influencias de la escultura europea de la época y ecos lejanos de Henri Moore, es a grandes rasgos lo que se vislumbra en las páginas del único catálogo comercial de LAHER que conocemos; seguramente, una oferta demasiado chocante en aquel ambiente nacional dominado por parámetros estéticos de retorno a los estilos históricos -principalmente derivados del renacimiento y el rococó-, dentro del marco cultural regresivo que favoreció el gobierno de Franco, en donde era difícil que germinara una propuesta original y un tanto vanguardista como la que presentaban Lahuerta y Hernández a la sociedad española de posguerra.

Por ahora desconocemos quien fue el autor de los originales que figuran en el catalogo comercial del Estudio Cerámico LAHER. Solo como hipótesis nos atrevemos a suponer que, siguiendo una dinámica de trabajo bastante común en Manises, los dos socios aportarban ideas -en algunos casos, posiblemente tomadas de publicaciones extranjeras- que luego las adaptarían el moldeador para su producción en serie; pero también es muy posible que buscaran la colaboración de jóvenes artistas con formación académica y con inquietudes innovadoras -de acuerdo con el proyecto de la empresa- para que realizaran algún modelo.

Lo que si que podemos probar, es que de alguna manera contaron, al menos, con la colaboración del pintor Manolo Gil (Valencia,1925-1 957), ya que tres obras pintadas por él (una estela y dos platos, uno de ellos firmado "XIL ") figuran en el catalogo antes citado. Este hecho corrobora la continuidad de una práctica que desde finales del siglo XIX había sido bastante frecuente en Manises: la participación en la industria cerámica de artistas jóvenes formados en la Escuela de San Carlos de Valencia que buscaban una salida profesional momentánea y, en muchos casos, se sintieron seducidos por las posibilidades plásticas de la materia cerámica.

Después de fracasado el Estudio Cerámico LAHER (seguramente en 1957), los dos socios continuaron su vida profesional de manera independiente. Miguel Hernández Cortés conseguiría que su fábrica de cerámica -CERAMHER- se convirtiera, mediante una producción más conservadora estéticamente, en una de las mas prósperas de Manises de la segunda mitad del siglo XX; y José Luis Lahuerta Palop lograría por sus grandes conocimientos de tecnología y química inorgánica que su industria de colorantes cerámicos fuera un referente en el sector, participando, además, a lo largo de los años como socio en diferentes empresas de su especialidad (Prodesco, Itaca, etc.), y en proyectos asociativos que propiciaron el intercambio de conocimientos entre investigadores como la Sociedad Española de Cerámica y Vidrio, de la que fue socio desde sus inicios en 1960, cuando fue creada por iniciativa de Antonio García Verduch. A una edad avanzada (68 años), José Luis Lahuerta se doctoró en la Universidad de Valencia en 1993, movido exclusivamente por puro afán investigador y por mantener su vinculación con el mundo académico; la tesis presentada se titulaba "Colorantes cerámicos bajados en Fe2 O2.

Hasta su fallecimiento en 2003, José Luis Lahuerta estuvo siempre dispuesto para prestar su apoyo a profesionales en diferentes materias -generalmente más jóvenes que él- que se interesaban por cuestiones de técnica cerámica, aportándoles su experiencia y consejos. Significativa fue su relación con los jóvenes pintores que irrumpieron en el panorama valenciano en la década de 1950 dispuestos a llevar a cabo la necesaria renovación artística después del traumático paréntesis que supuso la Guera Civil. Manolo Gil, Salvador Soria, Monjales, Jiménez Balaguer, fueron algunos de los que acudieron a él para experimentar y crear con un material que ha fascinado a muchos artistas: la cerámica. De los cuatro pintores mencionados son las 15 obras que José Luis Lahuerta conservaba en su estudio de Manises y que ahora, con la inestimable colaboración de la familia, se exponen por primera vez en su totalidad.




Catálogo comercial de LAHER




Prueba de que los años cincuenta no eran los más propicios para modernidades la encontramos en el éxito de venta que alcanaron, a principios de la decada de1980, algunos de los modelos creaedos por el Estudio Cerámico de LAHER cuando fueron reproducidos en la fábrica CERAHMER