El Grupo Parpalló y la Cerámica
Estracto del artículo de
Josep Pérz Camps, Director del Museo de Cerámica de Manises, publicado en el catálogo de la VII Biennal Internacional de Ceràmica. Manises

Mural Cerámico
de Joaquín Michavila, 1955

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Durante la década de los cincuenta tienen lugar en la Comunidad Valenciana los primeros intentos fructíferos por conectar de nuevo con el arte moderno. Al tiempo que se trata de superar el desierto cultural que sobrevino después de la Guerra Civil, se persigue recobrar el pulso perdido del arte contemporáneo internacional. Una de las estrategias que en el desestructurado panorama artístico español de posguerra emplearon sus protagonistas para superar las dificultades que tenían para dar a conocer sus propuestas y/o la de plasmarlas en base a planteamientos teóricos innovadores, es la de agruparse al margen de la esterilizadora cultura oficial; así vieron la luz grupos como Deu al Set (Barcelona, 1948), el Grupo Parpalló (Valencia, 1956), El Paso (Madrid, 1957) Equipo 57 (Córdoba, 1957), entre otros; los cuales, a pesar de sus características propias, tenían en común la voluntad de sus miembros por establecer distancias con el academicismo, el normalizar la vida artística española y un cierto antagonismo con el poder establecido.

El Grupo Parpalló de la primera época (1956-1958) estaba formado por "una nómina artificial, extensa y heterogénea de miembros, de entre los que destacan, Manolo Gil, Aguilera Cerni [crítico], Genovés, Albalat, Castellano, Pastor Pla, Nassio, Soria, Michavila, Ribera Berenguer y el decorador Martínez Péris", al que habría que añadir a Monjales, que ingresó en el grupo en 1957. La experimentación estética y búsqueda de nuevos medios de expresión, que les animaba, propició que algunos de los miembros del Grupo Parpalló estuvieran interesados en trabajar con diferentes materiales, entre ellos la cerámica, consiguiendo en ocasiones buenos resultados; este es el caso de los pintores Joaquín Michavila, Manolo Gil y Monjales (José Soler Vidal).

Para llevar a cabo sus primeras obras en cerámica estos jóvenes artistas precisaron contar con la ayuda de diferentes personas entendidas en la materia; una de ellas fue Manuel Real Alarcón (Cuenca, 191 7-Valencia, 1986), un escritor y crítico de arte, que tomó parte activa en la vida artística valenciana de los años cincuenta y sesenta -fue secretario de la Asociación Arte Actual- y que también poseía conocimientos de cerámica que aplicó a la realización de diversos murales, como el de la Iglesia de San Antonio, de Requena, y un buen numero de paneles de azulejos, dentro de un estilo de corte naturalista poco innovador. "Como promotor de Arte Actual, auspició y potenció la renovación artística de los años sesenta y setenta en esta ciudad". Es precisamente esta faceta de ceramista y dinamizador de la actividad artística valenciana durante los años cincuenta del siglo XX la que nos permite entender su colaboración con algunos de los pintores que formaron el Grupo Parpalló, como por ejemplo con Joaquín Michavila (Alcora, 1926). Una buena muestra de esta colaboración es el mural cerámico que ambos realizaron en 1955 para la escalera de la delegacióon en Valencia del Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo-Benéficas (hoy desaparecido, al haber convertido este local en un "Balneario Urbano"), situada en la primera planta del n° 1 de la calle Periodista Azzati, en el que figuraba la inscripción: «cerámica / m. Real Alarcón / pintor / Michavila / 1955» (fig. 4). Por otra parte, también se dice que fue el "fundador del Museo de Pintura Cerámica Contemporánea";10 lo que podría indicar, de ser cierta esta noticia -ya que no se conoce la existencia de ningún museo de estas características en Valencia-, que Real Alarcón reunió una importante colección privada de cuadros de cerámica realizados por pintores activos entre 1950 y 1970, de la cual sería conveniente indagar su paradero.

Valiosas fueron, así mismo, las inestimables orientaciones que proporcionó Manuel González Martí (fundador y, en aquel momento, director del Museo Nacional de Cerámica) a alguno de los jóvenes e inquietos pintores de mediados de los años cincuenta del siglo XX. El mismo González Martí contó como le había facilitado a Manolo Gil -en un entrañable artículo publicado en la revista del Grupo Parpalló, Arte Vivo (fig. 5), tras la muerte de este joven y renovador pintor- el estudio de las cerámicas que Picasso donó en 1955 al Museo Nacional de Cerámica, y del resto de su producción mediante la consulta de publicaciones especializadas.

A pesar de que González Martí se apresura a desmentir en este escrito que Gil sea seguidor del Picasso ceramista, el efecto que tuvo la obra cerámica que Picasso realizó en Vallauris (Francia), a partir de 1950 en que empiezan a conocerse sus piezas, sobre un gran número de artistas de todo el mundo que hasta ese momento habían permanecido ajenos a la práctica de la cerámica, está por estudiar en profundidad, pero cada vez contamos con más evidencias de que muchos utilizaron esta técnica a raíz de que Pablo Picasso redescubriera sus cualidades.

En el ámbito estrictamente cerámico, el que este influyente artista utilizara la cerámica para sus creaciones fue determinante para modificar muchos planteamientos puristas. Todo parece indicar que el efecto Picasso, supuso para la práctica de la cerámica una gran fractura, dejando en mala posición a muchos de los ceramistas que, como el valenciano Alfonso Blat o el catalán Josep Artigas, se habían esforzado por conseguir un arte cerámico independiente y con personalidad propia, cimentado en un gran dominio de la técnica y basado en la utilización del recipiente, en las cualidades propias de la materia para conseguir efectos de gran belleza y en la ausencia de representaciones figurativas. A partir de la divulgación de la obra cerámica de Picasso quedaron abiertas de par en par las puertas para la utilización sin complejos ni restricciones de la materia cerámica, alcanzando mucho más protagonismo el que, que el como. También es verdad, que esta nueva situación dio pie para que muchos artistas ajenos a la cerámica utilizaran este material -asociado por tradición con una técnica compleja y fascinante- de manera desafortunada o como refugio fácil para ocultar vaciedades, contribuyendo a que se generara un gran desconcierto entre muchos de los que se sentían y se sienten ceramistas.

Conocedor de la obra cerámica de Picasso, como ya hemos visto, el pintor Manolo Gil fue uno de los miembros más activos del Grupo Parpalló, que destacó, a pesar de su prematura muerte, tanto por sus propuestas plásticas como por sus elaborados planteamientos teóricos; Gil es autor de una obra cerámica no muy numerosa pero bastante identificada con su producción pictórica, que evolucionó desde una figuración estructurada -que venía a renovar un naturalismo postsorollista-, hasta su último periodo de abstracción analítica, pasando por una estética primitivista y esquematizada de gran contenido simbólico. A su última etapa pertenece el mural cerámico de carácter experimental que Gil realizó en la cafetería del Ateneo Mercantil de Valencia en 1957, destruido por la múltiples reformas llevadas a cabo en este local. Entre las exposiciones en las que Gil expuso cerámicas hay que destacar la titulada La ceramique espagnole du Xllle siecle a nos jours que se celebró en Cannes en la primavera de 1957, en esta importante muestra colectiva de carácter antológico presentó ocho piezas: Jeunes filles porteuses d'ofrandes (dos piezas con el mismo título), Le philosophe et sa mule, Un animal sacre, La caresse du soleil, Chat, Tete de femme y Brique. También conocemos que en su última exposición antes de morir la que hizo en el mes de agosto de 1957 en la sala Sur de Santander - presentó pinturas y cerámicas: "su éxito es grande, la obra se vende", dice Manuel González Martí."

Portada de Arte Vivo
detalle,
diciembre 1957
Nº monográfico dedicado a Manolo Gil




"En aquellas conversaciones tan llenas de personalidad juvenil, de grandes arrestos artísticos, de continuo los conceptos derivaban hacia temas de carácter cerámico; aludíamos y exaltábamos las interpretaciones en nuestro arte popular ochocentista, de los temas más dispares. Pasábamos luego al examen de las tendencias decorativas modernas, admirando como artistas de la profundidad cerebral de Picasso y Matisse, atraídos por los nacarados tomasoles de las cerámicas, los rojos de púrpura, los amarillos de oro, los blancos de mate; de todos aquellos triunfos de las ciencias químicas en colaboración con el fuego y auxiliadas de los óxidos y barnices sobre la arcilla, conquistaron artistas como los que anteriormente hemos citado.

El carácter impresionable de Gil examina y estudia la producción de Picasso en las cerámicas que este hombre de popularidad mundial me entregó para nuestro Museo de Cerámica, y del total de su obra en el volumen VII de "Verve", dedicado por completo a Picasso, con más de cien ilustraciones y trabajos literarios de Henry Kahnweiler, Odysseus Elytes y Georges Ramie, y se decide a producir cerámicas, porque el cerebro de Gil es tan universal como el de Picasso; sin embargo no puede considerarse a Gil como un seguidor de Picasso: ¡ jamás !;
en lo poco que ha producido se muestra personal, de originalidad destacada; no arredran a su temperamento de acero los primeros fracasos, porque no acierta a dominar la acción del fuego sobre los óxidos, los cambiantes de coloración que en ellos producen las altas temperaturas. Aquellos tropiezos le acucian y espolean; otras pruebas más y todas las dificultades técnicas serán vencidas; así acontece, y el bondadoso Gil se determina a pintar, como idea destacada de sus propositos, un gran panel con destino a nuestro Museo de Cerámica, y rotundo en sus propósitos, pinta una agrupación de dos músicos siguiendo el procedimiento de la cuerda seca con aplicación de mosaicos."

González Martí, 1957